domingo, 5 de agosto de 2007

Posternak: como la vida misma

La narradora y poeta argentina Liliana Aleman acaba de publicar su novela Posternak. La misma había recibido un premio del Fondo Nacional de las Artes en el 2005. El jurado calificador llamó la atención sobre la calidad de una narración articulada sobre un relato sencillo en torno a una cotidianeidad experimentada por muchos. El asunto es el re-encuentro tardío de una chica, Mónica, con su padre, Posternak, y las conflictividades que el mismo genera entre ambos.
La novela es un ejercicio de la memoria. Se trata del recuerdo de un recuerdo con todas las dificultades que esto plantea. La situación evanescente se impone desde el primer párrafo del texto. El tiempo que separó a la hija y al padre los ha convertido en dos extraños. Posternak no se parece al mito fragmentario que Mónica creó alrededor de él. El panorama se complica cuando el mundo que carga su padre, tan distinto del de la joven profesional, se inserta en la vida de Mónica corporizado en la figura de Abigail, la hija mayor del otro matrimonio de Posternak.
Para Mónica, Posternak representa algo así como un camino disyuntivo. Una ruta conduce a la vida del dandy, pretendido artista y confeso anarquista con Elsa, madre de Mónica. La otra al espacio que lo ligó con Abigail, madre de su homónima. La trama de la novela gira en torno a la ansiedad de la hermana paterna Abigail por penetrar y poseer esa parte desconocida de su padre materializada en el mundo de Mónica. La enfermedad y muerte de Posternak, acontecimiento que centra el texto, abrirá una competencia por la heredad del viejo que dejará la situación otra vez en el vacío.
El relato sencillo que juega con las hipocresías, desamores, y ambiciones de todos los días, está estructurado sobre una narratividad compleja. Aleman ha sido capaz de retar al lector para que reconstruya este pequeño conflicto de una familia urbana mediante el acomodo de fragmentos dispersos.
Los bien elaborados cambios de voz narrativa mantienen la atención del lector a través de un texto limpio, bien redactado y sin excesos lingüísticos. Si en "El nombre del padre" vemos todo a través de la voz de Mónica, en "La mujer de enfrente" domina Posternak. El hecho de que el centro de atención de cada personaje sea tan distinto -Mónica gira alrededor de Posternak, Posternak está chiflado por la chica a la que espía por el visor de la puerta-expresa muy bien la incomunicación entre estos dos personajes. La presencia de una serie de pistas muy bien ubicadas, la trágica enfermera Susana por ejemplo, ratifican que se trata del mismo mundo.
En los últimos tramos de la narración un tipo de voz omnisciente va cuadrando la trama apoyada en voces alternas que afirma la complejidad de las impresiones emocionales que genera el conflicto. El cuadro que recoge el lector es el de un realismo emocional enorme y sugerente que lo atrapa desde el primer momento. La novela se construye mediante impresiones que hay que reacomodar una y otra vez. Al final tenemos la sensación de una narración abierta como la vida misma.
Liliana Aleman es una poeta sensitiva. Los lemas que presiden sus capítulos, me refiero a las citas de Sándor Márai, Marguerite Yourcenar, Hermann Hesse, John Berger, hablan de una escritura que, si bien se dispara al mundo de una intimidad bien defendida no se enajena del mundo en el cual se genera. La felicito por este exquisito trabajo y por el regalo de su palabra.

Mario R. Cancel
Escritor
Profesor de Historia
Conferenciante de Narrativa
Universidad de Puerto Rico

1 comentario:

Anónimo dijo...

Desde estacionpoetas un abrazo ferviente, colombia siempre territorio para las letras sureñas

P O S T E R N A K

"El aparece de noche, un 18 de diciembre, veinte años
atrás. En realidad no es su visita lo que más me sorprende (muchísimas veces
había imaginado que tarde o temprano ese momento llegaría), sino la desilusión
de descubrir que Posternak en nada se parece al hombre que yo había reconstruído
de acuerdo con las versiones familiares."


Liliana Aleman se sumerge en la relación de una
hija y su padre, a quien conoce recién en la primera juventud, cuando Posternak
llega a vivir a la casa de su gran amor.
Los encuentros y desencuentros de
esta relación hilvanan un relato sencillo y dinámico a la vez que entremezclan
personajes y se incorporan a la vida cotidiana de los protagonistas, los otros hermanos.
Posternak es un hombre extraño, que puede pasar de la dulzura y la galantería con una desconocida a quien quiere seducir, al desdén y al desprecio
con sus hijos sólo en instantes.
Artesano inigualable, melómano,
absolutamente desaprensivo con las preocupaciones materiales cotidianas,

permanentemente pone en jaque la frágil armonía familiar.

emecé
cruz del sur


Para Mónica, la mujer que nos cuenta esta historia,
Posternak, su padre, es un enigma y un resentimiento. Un padre sin amor pero
presente con el peso de su mal. Allí parece sellada la clave de un reeecuentro
improbable, la reconstrucción laboriosa y siempre al borde del fracaso de una
lealtad filial y de un secreto temible. Si las huellas y el sentido de una vida
fugan siempre hacia las sombras del alma, la historia sólo se puede contar desde
sus cruces cotidianos y bizarros: las palabras y el sentido están en peligro.
Esta novela lucha contro los disfraces de la mentira y el amor.


Juan Martini